Huitzilopocthli quiso que el sol se levantara una vez más. Filtrándose ligeramente por los amplios ventanales de mi habitación.
Era la temporada de calor, estaba por acabar. La guerra en las recónditas tierras del sur había terminado, y yo tlachcálcatl era considerado un héroe.
Mi tío se encontraba en las obras del nuevo acueducto por lo que se había ido temprano a supervisar la casi terminada edificación.
Desayune temprano sintiendo un pesado aire en el ambiente del palacio, como si algo no estuviera bien. Los esclavos servían los alimentos con la cabeza gacha, justo como los habían enseñado, a ellos y a todo el pueblo.
Escuche pasos apresurados en la entrada del palacio, algo no estaba bien.
Un mensajero llego cansado de haber corrido a hincarse a mis pies.
-Habla mensajero.-dije un poco preocupado por las noticias que este pudiera traerme.
-Joven Moctezuma-dijo con la voz temblorosa- Su tío Ahuízotl ha muerto en una inundación del acueducto.
La noticia me consternó, despedí al mensajero y mire por la ventana la gran ciudad de Tenochtitlan.
Soy el mismísimo Huey Tlatoani, pero soy muy diferente al que te enseñaron en la primaria. Tendrás que conocerme.
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